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Mi padre y sus apodos.


Escribir sobre mi papá es una situación difícil, es sacar a la luz cuestiones muy personales, padre yo sé que me lees y te pido mil disculpas de ante mano, sé que sabes que escribir para mi debe ser un ejercicio para intentar ser más honesta con mi ser y el mundo.



Quiero decir desde un principio que desde mi punto de vista y viendo la vida en retrospectiva no imagino haber nacido fruto otro amor, porque siempre que le pregunto a mi mama por que las cosas no funcionaron con mi padre, siempre responde con la misma frasecita “Hija, por que así tenía que ser, pero te hicimos con mucho amor”.



Esto me genera risa porque su respuesta tiene un aire a premeditado, es como si ella hubiese pensado, listo me deje con el papa de mis hijos, pero me prometo a mí misma que les diré que fueron fruto del amor y sea verdad o no mi afirmación, al parecer si se amaron mucho y todavía siento que se aman, aunque con un amor mutante.



Ellos se enamoraron a muy corta edad pienso yo (24 años aproximadamente o menos), se fueron a vivir juntos a intentar formar no una familia y de ese intento nacimos mi hermanito y yo. Al separarse no me dolió, creo que no quede traumatizada por eso como lo afirman muchos hijos que ven divorciar a sus padres, el hecho de mi mama ser docente le dio herramientas para enseñarnos a través del dialogo a entender lo que había pasado con ellos.



Papa se fue de casa y nos veíamos de vez en cuando, el siempre prometía recogernos y más de una vez nos dejó con la ropa linda y limpia puesta, mi hermanito con su típico peinado a medio lado como lambido de vaca, mi mama le echaba en el pelo algo que muchos usaron supongo yo, el famoso moco de gorila.



En el peor de los casos Alejo, mi papa nunca nos recogía, mi hermano y yo llorábamos amargamente hasta que nos quedábamos dormidos, mi mama lo insultaba por celular intentando que nosotros no nos diéramos cuenta, pero mi hermanito y yo éramos bien chimostrufios, nos pillábamos todas en el aire.



Lo que me asombra de mi mama es que ella era increíble, lo defendía, ¿Qué tal?, nos decía no sé si por hipocresía o amor que el papa estaba “ocupadito”, que otro día seguro venia por nosotros, eso era duro, ¿Cómo le explicas a tus hijos que tienen un papa que no quiere compartir tiempo con ellos?


Fui creciendo, mi papa en el mejor de los casos nos recogía y nosotros bien vestidos otra vez, con la mejor percha porque aja como era tan poco usual salir con el papa, uno se ponía lo mejor que tenía.



Recuerdo que en el caso más espectacular nos llevaba a un parque llamado san Bernardo y allá había una heladería subterránea y arriba una terraza donde siempre vendían algodón de azúcar, mangos biches con bastante limón y pimienta, pasaba el mansito de las butis y a mí se me iban los ojos.



Él le compraba a mi hermano un helado insignificante que era como un balón de futbol de plástico y tenía un circulo hueco por donde se destapaba y ahí descubría uno que no era una pelotica para patear si no un helado de vainilla para comer. Ese era el que mi hermanito siempre, siempre, siempre pedía y comía con una cucharita blanquita y diminuta que de recordarla me da es risa, él se ensuciaba toda la boca y recuerdo que a mi papa le daba como mal genio.


Yo si era bien diferente, a mí no me iban a envolatar con cualquier heladito de esos chiquitos, yo siempre pedía los más raros y grandes, como para cobrarle a mi papa por todas las cosas que no hacía por mí.


Regresábamos a casa a contarle todo a mama y todo era felicidad. Pero hubo veces de salidas caóticas, por ejemplo, a veces se le daba por llevarnos a la casa de la abuela y allá nos dejaba jajaja él se iba disque a hacer vueltas, a solucionar cosas y mi hermanito y yo nos mirábamos con cara de “miércoles, ya nos dejó aquí” y la abuela toda contenta sacaba de su closet un paquete super largo de bolsa transparente llena como de 20 paquetes de yupis amarillos y nos compraba pony malta.


A la abuela la gente le decía que nos estaba envenenando con petróleo, que si quería que prendiera un yupi con una de las mecheras con las que ella prendía sus cigarrillos y que viera como se prendían. Al parecer a ella eso le iba y le venía, por que como nos veía tan felices llenándonos el estómago de lombrices amarillas, ella también era feliz.


La abue también tenía otro menú, café con leche y galletas, entonces nos enseñó que las galletas saltin se debían desmenuzar, remojar en el café con leche y comerse eso con cuchara. (Ahora después de 21 años me siento en diciembre todos los días si es posible en las mañanas a desayunar este invento con mi hermano de mama y papa, con sarita y Juanjo los hijos de mi papa y su bella esposa) ¿Qué cosas no? Lo que se hereda no se hurta. Obvio mi papa también tiene esa manía, ahora después de viejo.


Si mi papa no nos dejaba plantados, o no nos llevaba a comer helado y tampoco nos llevaba donde la abue a que nos cuidara, se le ocurrían unas ideas geniales y una de ellas era salir a jugar al desafío con la amiga (novia) de turno y a esas yo les hacía unos showsitos, las novias de mi papa se me presentaban con regalos (bolsitos, binchitas, dulcesitos) y me hablaban chiquito.

Lo que no sabían las doñas, doñas es que yo era actriz y hacia escenas de celos bien fuertes, tal vez porque era la hija primogénita y la más consentida hasta el momento me creía con el derecho de defender lo que era mío, mi papa. Yo pensaba, si mi papa casi no pasa tiempo conmigo no me imagino con novia/esposa.



Las insultaba, tiraba sus regalos, las humillaba, les decía que eran feas y hasta vulgaridades, tanto así que mi papa una vez actuó una escena espontanea conmigo, me regaño delante de una “amiga” después de yo haberle dicho que se pasara para el puesto de atrás del carro porque yo no entendía que hacia ella montada de copiloto, a lo que mi papa me hizo un llamado de atención levantándome la voz me dijo algo como “Hija, deja la grosería, ella se queda ahí o te voy a tener que llevar a la casa” y yo me puse a llorar y gritar como nunca.



Cuando llevamos a la susodicha a su casa, mi papa parecía otro, no se aguantó la risa y empezó a decirme entre risas y agarrándome la oreja: “Pochi, no vuelvas a hacer eso mi amor, papa puede tener amigas, hija no te regañe de verdad era para que ella no se sintiera mal y ya, pero no lo vuelvas a hacer que yo te amo mucho y tú eres la única para mí”. Entonces lo abrazaba duro y me secaba las lágrimas y me daba risa. (Tendría unos 8 años).



Cuando me hice un poquito más jovencita le empecé a reclamar, a gritar, a decirle que lo denunciaría por mal padre y por culpa de esas cosas no fue a mi quinceañero, no bailo conmigo el vals y fui tan infeliz, me dolió, pero recibí un ramo de rosas rojas divinas, antes y después del ningún otro hombre me ha regalado una carta tan hermosa y un ramo de flores tan preciosos. Llore mucho.



Sentí todo el amor que le había reclamado en toda una vida, ese segundo. Imagine que bailo conmigo el vals y que en un futuro cercano seriamos el uno para el otro como siempre se lo pedí a Dios desde muy pequeña y actualmente es así.



Yo hacía muchas cosas para llamar su atención, descubrí que cuando me portaba mal en el colegio mi mama lo llamaba para que fuera a la casa y hablara conmigo para hacerme entrar en razón, a pesar de que yo no era muy buena para matemáticas y geometría esa era una excusa perfecta para que mi mama lo llamara a ponerle quejas y el fuera a casa a socorrerla. ¡Mi mama estaba cansada de ir a las citaciones que los profesores le ponían para hablarle de mis problemas y ella llamaba a mi papa y le decía “Otra vez tienes que ir al colegio, sabes que vivo muy ocupada y ya no soporto otra queja de esta muchachita, vienes a las 2:40 pm sin falta, alejo, vienes!!! Ya sabes, no me faltes que a esa hora estoy ocupada en el colegio en la entrega de informes”.



Efectivamente mi papa llegaba a esa hora a la casa, me recogía y cuando ya estábamos en el carro me preguntaba: “¿Aja pochi?, ¿Qué fue lo que hiciste ahora?”, yo le decía todo, que había perdido ocho materias, que había gritado al profesor, que había tirado la puerta o que tenía muchos reportes de llegadas tardes al salón. Él se reía y me contaba sus historias de cuando era estudiante.


Llegábamos al salón y el trato con los profesores era muy cordial, mi papa actuaba como si cuando llegáramos a la casa me fuera a dar mil correazos, como haciéndose el padre castigador que los profesores les hubiese gustado que fuera, porque de ser por los profesores ellos mismos me hubiesen dado buen juete, por eso no creo en el sistema educativo colombiano, siempre tan chambón. (Eso es otro post)


Nada de eso pasaba, mi papa nunca en la vida me ha pegado ni me pegara. Gracias a Dios. Mi mama si, ella si se dio gusto. Ellos no coincidían en eso. Si algo aprendí con mis papas fue a hablar, antes de que los profesores pusieran las quejas de mí, ya yo les había explicado a mis papas con toda la sinceridad del mundo como me sentía, que cosas había hecho bien o mal.

Empecé con lo de los noviecitos, las salidas a rumbear, trago aquí y trago allá, puro quinceañero todos los fines de semana y el bar del club todos los fines de semana. En esta etapa mi papa no fue celoso, fue más bien consejero, me decía “cuidado con hacer las cosas mal”, “no puedes quedar embarazada”, “no te metas con cualquier baboso” y mi mama por su lado “¿Hija te gusta alguien?”, “la primera a la que le tienes que decir cuando pierdas la virginidad es a mí y si por algún error de la vida llegas a quedar embarazada, no vas a abortar, me dices, el mundo no se va a acabar, cuídate mucho hijita”, “estudia primero” y yo les respondía acida, “si ombe, no me va a pasa nah, dejen de ser tan intensos”.



No voy a entrar en detalles, pero mi época de los 15 a los 18 fue bien vivida, por que como dicen por ahí no importan los años de vida, sino la vida en los años. Mi papa y mi mama siempre han sido mis mejores amigos a pesar de cualquier mala o buena circunstancia.

A mis 16 mi papa se volvió mi parcero, mi mama desde que nací ha sido mi Best Friend Forever, lo que no sabe ella, no lo sabe es nadie. Sin que le cuente las cosas se las sospecha.



Siempre que he necesitado desahogarme o un consejo desde mis 16 años hasta el sol de hoy que ya casi le doy la vuelta numero 21 al sol, mi papa ha sido incondicional.

El tiempo que compartimos juntos lo disfrutamos al máximo, me molesta mucho, me pregunta cómo va mi vida económica, sentimental, universitaria, como mujer “ama de aparta estudio”, me pregunta si ya aprendí a cocinar etc.



Mi papa en diciembre del año pasado, me dijo que me amaba mucho y que me pedía perdón por todos los errores que había cometido y que quería recuperar el tiempo perdido, pero yo sentí que no era necesario perdonarlo, simplemente sus “errores” me sirvieron para forjar un mejor ser humano del que pude haber sido si fuera un padre “perfecto”, porque de los errores de los padres uno aprende.



Me siento muy orgullosa y feliz de lo que él es actualmente y lo que significa para cada uno de los integrantes de nuestra familia. Mi mama y mi papa se aman, ambos tienen vidas distintas al lado de personas distintas, pero se aman mucho, se cuidan, se llaman, mantienen una relación cordial.


Ambos me enseñaron que las segundas oportunidades son necesarias y posibles, que un hijo se debe educar desde el dialogo y no desde el encasillamiento o castigo, a los hijos se debe tenerlos pitica corta, pero a la vez dejarlos ser. Toda la vida me ha puesto apodos chistosos como:

Pochi, chiwirita, chichi, oreja de caimán, barriga de burro, diente de conejo, pijindis, chimostrufia, cabeza de totumo, la jirafita, la muje de falca falca, allaaaaa la chilindrina (y me coge a oreja), alias chichico, la paquita, la pacum, celosilla pilla, la joyona, la purrundera (como me decía mi abuela mary, la mama de mi papa).


El momento más feliz que vivo es en junio, julio o diciembre cuando vuelvo a escuchar de su boca los apodos más locos y chistosos del universo, es en ese momento donde pienso que nadie hubiese sido mejor papa que él y mi vida es más maravillosa cuando es octubre y sé que solo faltan dos meses y unos días para que vuelva a ser diciembre y me recoja en el aeropuerto y mientras vamos en el carro de rio negro hasta la casa ponga a todo volumen las canciones que tanto amamos cantar juntos, este es un momento que no cambio ni siquiera por todo el dinero del mundo, cantamos “amor eterno e inolvidable, tarde o temprano estaré contigo para seguir amándonos”, o “se hicieron las 11, las 12, la 1 y las 2 y las 3 y desnudos al amanecer nos encontró la luna”, “el problema no fue hallarte, el problema es olvidarte”, “pero que me quedes tú y me quede tu abrazo y el beso que inventas cada día y que me quede aquí después del ocaso, para siempre tú ” y así, muchas más hasta que llegamos a casa satisfechos por haber tenido este momento Padre-Hija.


¡Actualmente mi papa me paga el arriendo, chévere! JAJAJAJAJAJAAJA.

Mi mama también me manda platica.

Debía explicar un poco mi contexto familiar para que entiendan luego la relación con mi padre.


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